Tuesday, February 28, 2006

Cesaria Evora canta cada gota de lluvia que moja su nariz asomada en la ventana. ella se viste de hierro y un calendario le habla de un ave y de su capacidad de pre-verlo todo. ella se sonríe mientras sueña los sueños de otros, juega con ovillos de lana y corta con una tijera los hilos de colores tierra. amenaza al papel con una birome. encontró las palabras que hacía tiempo se derretían en su mente en grandes cataratas de chocolate, logró aunarlas a todas y vomitarlas en el juego fantástico que permite el texto teatral. Confluyen las horas en un río infinito que matiza los azules, y entre los tonos que permite el agua al danzar, resurge el ave solitaria que encuentra en sus plumas el deseo de partir por un nuevo escenario donde disfrutar del sol.

Thursday, February 23, 2006


Demasiado encierro acabó por aplastarle la cola al mono, el espiral se hizo recto, el día y la noche se confundían en un mismo gris. La humedad mojaba los pisos y el aire era denso y pesaba en el cuerpo. Lo sostenía entonces con los hombros, mientras las rodillas se hinchaban saltando por las ramas de una enredadera de flores disecadas. El sol penetraba el iris de sus ojos y hasta pensó en la posibilidad de la ceguera, inventó un bastón con un cardón y sólo intentó trepar entre las lianas que había imaginado a partir de unos cables que colgaban de cierta construcción que sonaba a vidrios rotos entre ruidos y voces ajenas perturbadoras . De repente, Manu Chao cantaba en francés "Si loin de toi, je te joue"... su cola ahora recta, comenzó a curvarse nuevamente; llovió y el aire dejó de pesarle. Miró a su alrededor, nada era cierto pero la música le permitía imaginar un otro mundo posible

Tuesday, February 21, 2006


No habrá nunca una puerta. Estás dentro
y el alcázar abarca el universo
y no tiene ni anverso ni reverso
ni externo muro ni secreto centro.
No esperes que el rigor de tu camino
que tercamente se bifurca en otro,
tendrá fin. Es de hierro tu destino
como tu juez. No aguardes la embestida
del toro que es un hombre y cuya extraña
forma plural da horror a la maraña
de interminable piedra entretejida.
No existe. Nada esperes. Ni siquiera
en el negro crepúsculo la fiera.

(J. L. Borges: "Laberinto")


Los ojos que guardo se esconden en sus alas. mientras caminaba entre cactus y frutos tropicales, los hombres del cañón del colca me contaron que el cóndor puede predecir el momento en que va a morir y entonces cuando siente que llegó ese día vuela hasta lo más alto que pueda alcanzar para luego dejarse caer en picada y entregarse nuevamente a la tierra.
Caminé sin prisa entre recuerdos e historias, de un pueblo que vive a la orilla de un volcán.

Thursday, February 16, 2006

Y caí en este agujero y hablamos de los blogs como espacio de escritura. a raíz de un encuentro que se había realizado en el centro cultural r. rojas (buenos aires), charlamos un ratito con g. piro y les pedimos a los participantes, así como también a algunos bloogers que postearon comentarios al respecto; que participaran del último "número" de la revista espiralnética. http://www.espiralnetico.com.ar/
Su cuerpo habla en tonos verdes y púrpuras. Su mente gira en las curvas de una ruta y dibuja montañas en su movimiento. Grita y suenan los ecos. Percibe una sensación parecida a la culpa y la llama de diferentes maneras. El tic- tac del reloj la persigue hasta convertirse en un martillo que le taladra la sien hasta hacerla estallar en flores sin pétalos ni perfume. La cama se tiñe de blanco y se vuelve nieve... pero luego, aparecen los amarillos y el naranja acaba por incendiarla. Ella abre los ojos y observa como de adentro de su boca, se escapa una mariposa con lengua de serpiente.


Los campos de Bolivia y del Perú dibujan en la tierra, en sus terrazas de cultivo, las figuras de los tapices y de las ropas que las mujeres tejen en sus telares. El campo habla de las costumbres de una tierra originaria, cuenta la historia de este pueblo y la escribe en sus maíces, en las hojas de sus árboles y en los matices de los colores de múltiples polleras que se sientan en el suelo y me invitan a compartir papas blancas, marrones y moradas como piedras.