Wednesday, March 22, 2006

La ansiedad roe la madera de las puertas y las ventanas de la casa abandonada. No hay baldosas ni azulejos azules, todo puede convertirse en arena. ella se arranca de a poco las hojas blancas de su piel y las escribe con la sangre que brota de sus dedos. Piensa borrar cada una de las letras con saliva de cristal y robarle a cada taza un granito de café para que descubra su futuro. Duerme en la llama de una vela y se derrite con la cera. Arrastra en ella pelusas, insectos, consonantes y vocales; arma un alfabeto nuevo que deberá aprender, para poder volver a leer.

Friday, March 17, 2006

Llueve día de velorio, acaricia temprano la luz tenue de una vela lila, la habitación es de otro azul y la lluvia moja el mar en mis ojos. voces como ecos golpean la puerta pero ninguna encuentra la hendija de la h que le permitirá un espacio qué cubrir.
cuando sólo se ve la luna, cuando sólo se disfruta de la lluvia a partir de las gotitas que se desparraman en la ventana, cuando las fotos construyen paisajes inventados...

Thursday, March 16, 2006

Había cartas con dibujos en toda la mesa; se trataba del tarot. Había números que hablaban de nombres y de apellidos, de fechas, de símbolos; se trataba de la numerología que nos retrotrae al judaísmo y a la kabala. Una tarde de lluvia en una ciudad que cuando se moja, se tiñe de gris y hace que sus habitantes se escondan debajo del barro que es piso del río. Un pasillo largo con paredes descascaradas y en él, un señor tan roto como la pared peleaba con su bastón porque éste no quería mantenerse firme. El olor a orina de algunos gatos fue el guía que condujo al ciego por los escalones de un laberinto oculto entre enredaderas y helechos artificiales. Un hombre que en un primer momento pudo haber sido P. S. Hoffman disfrazado de mujer, se metamorfoseó mi madre, se conviritió en oído, se volvió lengua y luego se transformó en cada una de las palabras que se aunaron al humo del cigarrillo para guardarse luego, todas juntas, en mis pulmones.

Tuesday, March 07, 2006


Ciertos dirigentes de la ciudad despertaron a rosario en el 2o06 con la idea de exigir que no se fume en ningún lugar público alegando el conocido slogan de "la libertad de uno termina donde empieza la libertad del otro" o bien "no hay que perjudicar a quien no fuma", etc. A lo largo de estos escasos meses brotaron anécdotas de toda índole donde aparecieron mozos golpeados, colillas de cigarrillos en todas las esquinas, dedos y "disculpe que lo moleste pero podría apagar el cigarrillo que me hace mal" seguido de una tosecita inventada que justifica su palabra hoy de gran valor para el bien de la comunidad porque, como dicen los dirigentes de esta ciudad, y lamentablemente muchos periodistas -ignorantes pero escuchados- "el estado te cuida". En el aire ronda una idea, entre tanto problema personal de hermanos muertos de cáncer de pulmón o de gente que no puede dejar de fumar y no puede hacerse cargo de sí misma, están los otros -dentro de los que me incluyo- que promovemos bares para fumadores donde dejaremos entrar a los "no fumadores" que quieran venir a contaminarse con nuestros cuentos de voces roncas y de humo espeso. Yo no quiero que el estado me cuide (de hecho me da miedo que lo haga), yo no quiero que piensen por mi y decidan por mi; todavía mi cuerpo es mío y lejos del cigarrillo y esta ridícula fábula hay un planteo más profundo que tiene que ver con la libertad individual de la que nadie, en esta loca ciudad, habla.

(Balduccio, te tomé prestada la imagen. justo, justo, te encontré)