Tuesday, March 07, 2006


Ciertos dirigentes de la ciudad despertaron a rosario en el 2o06 con la idea de exigir que no se fume en ningún lugar público alegando el conocido slogan de "la libertad de uno termina donde empieza la libertad del otro" o bien "no hay que perjudicar a quien no fuma", etc. A lo largo de estos escasos meses brotaron anécdotas de toda índole donde aparecieron mozos golpeados, colillas de cigarrillos en todas las esquinas, dedos y "disculpe que lo moleste pero podría apagar el cigarrillo que me hace mal" seguido de una tosecita inventada que justifica su palabra hoy de gran valor para el bien de la comunidad porque, como dicen los dirigentes de esta ciudad, y lamentablemente muchos periodistas -ignorantes pero escuchados- "el estado te cuida". En el aire ronda una idea, entre tanto problema personal de hermanos muertos de cáncer de pulmón o de gente que no puede dejar de fumar y no puede hacerse cargo de sí misma, están los otros -dentro de los que me incluyo- que promovemos bares para fumadores donde dejaremos entrar a los "no fumadores" que quieran venir a contaminarse con nuestros cuentos de voces roncas y de humo espeso. Yo no quiero que el estado me cuide (de hecho me da miedo que lo haga), yo no quiero que piensen por mi y decidan por mi; todavía mi cuerpo es mío y lejos del cigarrillo y esta ridícula fábula hay un planteo más profundo que tiene que ver con la libertad individual de la que nadie, en esta loca ciudad, habla.

(Balduccio, te tomé prestada la imagen. justo, justo, te encontré)