La ansiedad roe la madera de las puertas y las ventanas de la casa abandonada. No hay baldosas ni azulejos azules, todo puede convertirse en arena. ella se arranca de a poco las hojas blancas de su piel y las escribe con la sangre que brota de sus dedos. Piensa borrar cada una de las letras con saliva de cristal y robarle a cada taza un granito de café para que descubra su futuro. Duerme en la llama de una vela y se derrite con la cera. Arrastra en ella pelusas, insectos, consonantes y vocales; arma un alfabeto nuevo que deberá aprender, para poder volver a leer.