Se me cayó Ciudadela de las manos mientras buscaba otros libros sobre la historia argentina y los momentos de dictadura en América Latina. Se me cayó Ciudadela mientras pensaba que falta menos de dos meses para irme al único país que jamás me interesó recorrer (New York es otra cosa, no hay amante de Woody que no quiera caminar y vivir nocturnamente N.Y.) y entonces pensaba en él, en quien duerme conmigo, y en nosotros y pensaba que no compré pijama aún (porque ahora habré de usar pijama) y de cómo voy a hacer con los pelos (el indio lampiño nos dejó el miedo al europeo a partir de la noción del pelo: ¡que no crezcan ni aparezcan españoles en mis piernas, en mis asxilas ni en mi concha!) y en ese devenir de pensamientos inútiles cayeron las palabras de Saint Exupery en una hoja que se escapó del encuadernado. Dice esto:
"Pues hay un tiempo para escoger entre las semillas, pero también hay un tiempo para regocijarse, habiendo escogido de una vez por todas, por el crecimiento de las cosechas. Hay un tiempo para la creación pero hay un tiempo para las criaturas..."
y pensé que mi siembra había sido mi estudio y mi gran esfuerzo de llevar una carrera x, en un tiempo b, con un promedio z, habiendo hecho t p q o whatever y entonces sonreí y me animé a imaginarme sola otra vez, pero en otro escenario.