Saturday, December 03, 2005



El viaje y el río, ambos células vivas de mi cuerpo, constituyeron la tesis del espacio y tiempo de un entenado. Quizás yo, tan entenada como él, miro el río desde la ventana y me desvisto como una sirena para nadar en las profundidades de una mente hoy revuelta en sales. Los pasos suenan en la orilla de cemento... pocos son los ojos que se detienen.
¿podría pintarse este inmenso río de cólores púrpuras y verdes?
¿y si le doy mi color, y se lo cambio por el suyo?