ROTOS DE AMOR
Auditorio Fundación 22 y 23 de abril
Una escenografía minimalista donde sólo se ven cuatro sillas y la voz en off de Daniel Fanego, dan comienzo a Rotos de amor. Cuatro hombres vestidos de traje con un portafolio en la mano ingresan a escena. Bailan un tango solitario alrededor de su silla y simulan abrazar a la mujer ausente. Esta obra del Rafael Bruzza, habla del desamor y los actores serán sus sobrevivientes.
Cada uno contará con dulzura, ironía y sarcasmo su historia de amor que por algún sentido fracasó. Patricio Contreras, Víctor Laplace, Gustavo Garzón y Daniel Fanego, le darán sus voces a estos personajes.
El maletín en un escenario vacío, se vuelve protagonista. Primero, representa la espera; luego define la unión de estos hombres: forman parte del gremio de visitadores médicos que dirige Rodríguez (Patricio Contreras). Éste, da inicio a la seguidilla de cada uno de los relatos. Invita a sus amigos a su casa pero resulta que está recluido en un cuartito del fondo del patio, mientras su ex mujer tiene un amorío con su profesor de tango. La perra, eligió a su dueña. El discurso de este personaje juega con la ambivalencia de las “dos perras”. Berlanguita (Gustavo Garzón), quizás el más reflexivo de todos, apuesta a un amor platónico en una espera que le lleva años ya que “cuando la ilusión se mancha, muere el amor”. Artemio (Víctor Laplace) fue expulsado de su casa por “roncador” y, junto a sus tres amigos, le canta a su mujer una serenata de la que no obtiene respuesta. Luego, queda solo en el escenario y canta un bolero a capela que demuestra la trayectoria de este actor en musicales. Por último el mudo (Daniel Fanego) cuenta su historia de amor “a través de la voz que le presta Berlanguita” –el único capaz de entender sus balbuceos. Éste, acaricia el recuerdo sobre las cenizas de su mujer recién cremada.
La obra se resuelve con el encuentro de todos los personajes en la terraza de un edificio que los lleva a reflexionar acerca de su actitud frente al amor. Toman ciertas determinaciones que hacen que la obra conserve su ironía y humor a pesar del tono trágico de ciertos pasajes. Cada actor plasma en su personaje determinadas características individuales. Rodríguez, el más dramático de los cuatro, Berlanguita enternece por su ingenuidad y sus reflexiones, Artemio un nostálgico enamorado y el mudo, roza con el grotesco en balbuceos gritados para demostrar la desesperación de su pérdida.
Estos cuatro actores dirigidos por Daniel Suárez Marzal con una coreografía de Alejando Cervera y las luces de Blas Alza, logran una puesta en escena digna de ser disfrutada.