Wednesday, August 17, 2005

Es increible como la ciudad puede convertirse en un horrible monstruo, cuando uno la camina desde un otro lugar, desde un otro yo. El ruido de los camiones y de los colectivos es casi tan espantoso como el humo que largan, y ahí pensas tanto en los arbolitos como en tus oídos. cada uno de los pasos era pesado y lento. nada peor que el toque de timbre de un colegio y las bocinas de los autos de sus padres, odio los gritos de los chicos y odio más a sus progenitores. camino buscando un espacio vacío de gente y de ruido pero es una utopía sólo pensarlo. Las cinco de la tarde puede ser el horario más tenebroso del día, sobre todo si tu frente transpira 39 grados de fiebre.