Entonces no supe quién era. miré para todas partes y sólo encontré algunas fotos que tenía guardadas. Casi con descuido, posé la mirada en la hoja de los concursos y me dije: sí, alguna vez. Me reí, salí a la calle; los lugares de mujer me estaban esperando, por suerte estaba mi madre para llevarme de la mano. Se acabó la tarde y con ella los "debo hacer".
Puesto de flores, pleno centro. Ahí estaba él, con flores para su abuela y buscando otro ramo para su tía. Me agaché a la altura de los liriums y le sonreí. como cuando éramos niños y ninguno de los dos conocía su futuro, nos abrazamos y comenzamos a caminar peleándonos por ver quién ironizaba con mayor creatividad la última historia fracasada. De repente, una vidriera nos mostró la imagen: la chica con boina y tapado, fotocopias y libros colgada del brazo del chico con lentes negros, vestido a la moda, con flores para su abuela... Cuánto estereotipo, pensamos.