WORKSHOP de CAIO REISEWITZ
Y de repente sus fotos, su insistencia en paisajes no "intervenidos por el hombre" y hacer con una foto el símil de una pintura y enmarcarla en madera para jugar con esa idea. Poco interesante, poco estimulante de escuchar. Alguna que otra imagen de alemania, algun que otro fotomontaje... Lo bueno era lo que no podía verse en un proyector: la dimensión de sus fotos, el trabajo con los negativos, el laburo de las placas. Conclusión, lo bueno quedó en lo que pudo haber mostrado o "revelado" y no se vio. Y es que haciendo uso de su casi-nulo español, se refugió para no contar los secretos que por lo menos yo, quería escuchar. Una rana saltarina se sentó a su lado y lo único que hizo fue croar durante tres horas y a la mirada de los otros sapos contestaba con alguna palabrita en inglés: work in progress; extended fields; etc, todo sumado a la verba aurática (benjamin patearía la tumba de escuchar semejantes rapsodias de sapos y ranas en su lápida) Finalmente mis oídos se contentaron con la maravillosa melodía del portugués y cantando bajito vinicius, me eché a correr atropellando cuanta viejita se cruzaba en mi camino.