Wednesday, September 14, 2005

Viví gran parte de mi tiempo coleccionando objetos. obviamente, pasé por las monedas y las estampillas (de hecho hoy, que dejé de coleccionarlas, pienso cada vez que me mandan una carta -porque todavía hay seres maravillosos que se acuerdan de mi amor por las cartas- ¡que bueno sería volver a juntar estampillas!) después pasé por los boletos de colectivo con la excusa de la supuesta silla de ruedas (alguna vez exisitió esa silla o fue un simple mito para ingenuos?) tarjetas de teléfono, latitas, cajas de cigarrillos; el abajo de mi cama y el mueblecito con llave del pasillo eran nuevos mundos llenos de una otra vida. todavía me cuesta tirar la latita que guardé cuando maté a la colección, la cajita de cigarrillos francesa y el boleto capicúa. Entonces le doy un nuevo valor, el boleto señala el libro, la latita es florero... Subo al colectivo, guardo la tarjeta porque hay en ella un dibujo de los que todavía no tengo; me siento en la fila de los individuales, miro por la ventana y lo único que veo son los distintos rostros en formol que hacen a mi nueva colección.